• Hablar en público: aumenta la necesidad de la salivación para ayudar a vocalizar mejor las palabras.
  • Estrés, ansiedad y depresión: afectan al sistema nervioso central y, por ello, se ven afectados órganos y glándulas de todo el cuerpo, incluidas las salivales.
  • También la diabetes y otras enfermedades sistémicas afectan a todo el organismo, alterando el funcionamiento glandular.
  • Terapia con determinados fármacos: antihistamínicos, antihipertensivos, diuréticos y fármacos oncológicos, etc.
  • Ausencia de dientes: provoca una disminución de estímulos en la boca y, a consecuencia de ello, existe una menor producción de saliva.
  • Dieta desequilibrada con exceso de hidratos de carbono y déficit de frutas y verduras.
  • Consumo de tabaco y alcohol: puede disminuir esta secreción salival, ya que inhibe la transmisión de impulsos nerviosos.